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"Con mi perra, alcancé a dormir tres meses en la calle, ladrando de hambre", relata Onofre Rodríguez, de 53 años, que de vendedor informal pasó a ser adiestrador de perros callejeros en Bogotá.

El animal con el que compartió la calle se llama 'Pili'. Tiene 12 años y fue recogida hace ocho, cuando Onofre era conocido en la iglesia del 20 de Julio como el 'Camandulero', pues se ganaba la vida vendiendo escapularios. "Me iba muy mal en las ventas, pero 'Pili' me cambió la suerte", confiesa Onofre al referirse al momento en el que descubrió que su perra era tan inteligente que respondía a cualquier orden. "Le empecé a enseñar a subir escaleras en los parques, a hacer equilibrio. La gente nos daba dinero", cuenta.

Gracias a eso pudo pagar una pieza en el barrio San Cristóbal Sur. Allí vivió siete años hasta que, hace tres, completó la cuota inicial para una casa en el barrio Columnas, en el sur . Ahora vive con 'Pili', 'Moly', 'Bumbi', 'Marbella', 'Pirula' y 'Pimpinela': perras criollas a las que también entrena y con las que duerme en la misma cama.

Los fines de semana el adiestrador sale de su casa con 'Pili' y 'Moly'. Atraviesan un parque y llegan a un paradero en la carrera 4 este con calle 32 Sur. Como si se pusieran de acuerdo, Onofre espera alguna buseta que los lleve, los dos animales se quedan a cuatro metros de distancia, a la espera de una señal para subirse. "Las perras se saben 'colinchar sin que el conductor las vea", afirma. Después, se bajan en la carrera 15 con 72.

Onofre saca de su mochila unas camisetas con la bandera de Colombia y unas gafas oscuras con las que viste a las mascotas. Después, arma unos 'burros' con tubos de PVC, para que los animales salten. 

"Mira cómo saluda la reina. A tarima, campeona", grita el 'Camandulero'. 'Moly' salta los obstáculos y 'Pili', con una canasta en su hocico, recibe las monedas de los transeúntes.

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