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Cinco décadas después de la inauguración del aeropuerto internacional, nadie sabe quién hizo el aviso que cuelga de la fachada. Ahora que cambiará de nombre, se desconoce lo que harán con él.

No cesa la discusión por el cambio de nombre del Aeropuerto Eldorado. Esta semana hasta el alcalde Samuel Moreno se opuso a ese propósito. Pero ya la Corte Constitucional dio su veredicto y Eldorado pasará a llamarse Luis Carlos Galán Sarmiento, una vez que el Presidente sancione la norma.

A la par con esa discusión, otro debate se armaba: el futuro de las ocho letras forjadas de hierro que cuelgan del vetusto edificio. Primero rodó el rumor de que Julio Sánchez, director de W Radio, compraría el aviso para ubicarlo en el cerro de Monserrate, especulación que desmintió la Aerocivil.
La entidad confirmó que "estudiará la posibilidad de entregar al Museo Nacional el aviso. Y aclaró que si esa fuera la decisión, se ejecutaría luego de finalizada la demolición de la estructura por parte del concesionario Opaín S.A, prevista para el 2013".

Tras la pista de Eldorado
El letrero de Eldorado, que se instaló el 28 de octubre de 1959, debajo de la torre de control del aeropuerto, a la altura del piso séptimo, no sólo ha perdido su brillo sino su historia.
Además de ser un hecho el cambio de su nombre, ni siquiera Cuéllar, Serrano, Gómez y Cía., firma de arquitectos e ingenieros que participó en la construcción del aeropuerto, ni la Sociedad de Mejoras y Ornato -encargada de la decoración externa de dicha obra, inaugurada el 10 de diciembre de 1959- tienen en sus archivos alguna pista de la empresa que fabricó el letrero de Eldorado. Tampoco se conocen su tamaño ni el peso de unas letras que desde que fueron instaladas no han necesitado mantenimiento.

Magnicidio de una leyenda
Actas de la época que reposan en la Sociedad de Mejoras y los libros de historia coinciden en que siempre se buscaron nombres asociados a las raíces indígenas de la cultura precolombina, como Bochica, Tequendama y Memequeme.

Pese a que la terminal aérea está ubicada sobre lo que fuera el lago Bacatá, escenario de los míticos acontecimientos de Bachué y Bochica, se decidió, finalmente, honrar la leyenda de la Laguna de Guatavita: Eldorado.

El nombre propuesto por Jean Gennes, gerente de Air France, está a punto de desaparecer por iniciativa de un bloque multipartidista, encabezado por Parmenio Cuéllar, Rodrigo Lara, Aurelio Iragorri y Cecilia López, que buscan rendir honores a la memoria del caudillo Luis Carlos Galán Sarmiento.

Por tradición, la Aeronáutica Civil nombra los aeropuertos en honor de representantes de la aviación y de la cultura de las regiones, pero es la primera vez que se pasa por encima de la entidad para recordar el magnicidio de un representante político, dicen los críticos del cambio.

Pasarán varios años antes de que bogotanos y viajeros se acostumbren al nuevo nombre. Todos recuerdan la Clínica San Pedro Claver, pero nadie el nuevo nombre: Universitario Mayor; muchos siguen aludiendo al Centro Comercial Granahorrar y no al centro comercial Avenida Chile, como se conoce hoy. Con Eldorado pasará otro tanto: seguirá siendo el nombre 'oficial' del aeropuerto hasta que la gente se acostumbre y las busetas cambien su tradicional: "directo Dorado".

El misterio del dorado y el cacique Guatavita

El origen de la leyenda del dorado data del año 1534, cuando un indio Chibcha reveló a los españoles uno de los rituales que realizaba el cacique Guatavita, quien, cubierto de oro en polvo, se adentraba en la laguna del mismo nombre. En honor de la divinidad arrojaba valiosas piezas de oro y esmeralda como ofrenda. Sus súbditos, al ver dichas acciones, imitaban al cacique, una costumbre comprobada por los historiadores.

La leyenda de aquel indio dorado fue transmitida por años y se extendió por el norte de América Meridional, descendió al Perú, y de allí pasó, algunos años más tarde, al Río de la Plata. La leyenda concluyó por no guardar relación alguna con el cacique dorado, y se llamó el dorado a las regiones auríferas y diamantíferas de distintos lugares de América, a las que se creía emporio de riquezas incalculables.

En busca del dorado salieron expediciones de Belalcázar, Federmann y Jiménez de Quesada, procedentes del Perú, Venezuela y Santa Marta, respectivamente.
Si conoce quién fabricó las letras de Eldorado, escríbanos a andmol@eltiempo.com.co

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