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El arpa, el cuatro y las maracas de la agrupación colombiana ‘Cuatro Palos’ sonó en tierra ‘manita’, durante el Primer Festival de Arpa Llanera, que se realizó en cinco municipios de Veracruz (México).

El grupo, integrado por seis músicos de la región, alternó escenario con los arpistas Carlos Quintero, de Colombia; Alex Martínez, de Venezuela, y con Tlen Huicani, agrupación de México a la que los colombianos conocieron durante un festival en Paraguay, y con la que lograron un cupo al festival.

“Cuando nos invitaron dijimos que íbamos a mostrar la música tal como suena aquí, Por eso, Cuatro Palos fue el único grupo que presentó un show con vocalista y recibimos una acogida que, realmente, nunca creímos”, dijo Edwin Castañeda, arpista del grupo.

Según la prensa local, “la picardía en la versada” y el “contrapunteo de las maracas” pusieron, literalmente, “a la gente de cabeza”.

En una de sus páginas uno de los diarios compara, metafóricamente su sonido y los Llanos orientales con tierra de lagartos, anacondas y carpinchos. 

“Los sudamericanos presentaron una vocación agresiva, hasta violenta que parece ser la concordancia real con la dureza del medio en que se ha generado su arte sonoro”, se lee en una de sus páginas.

Los artistas y los sonidos llaneros parecen sonar y triunfar más en tierras lejanas que en la propia región, así como lo hicieron en su tiempo, las melodías de René Devia, radicado en Estados Unidos, y el grupo Cimarrón, que acaba de producir en el exterior un trabajo musical de joropo.

“En el Meta no se ha estimulado a los grupos y somos consientes de que para lograr una evolución musical se necesita la creación de estos”, afirmó José Ramiro Cardona, representante de Cuatro Palos.

‘Cuatro Palos’ ha tocado con cantantes como Luis Silva y el ‘Cholo’ Valderrama, además participa de grupo base en diferentes eventos musicales. En la actualidad promocionan las canciones ‘Amores’ y ‘No te olvidaré’.
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El canto urbano y el romanticismo son la apuesta de Pipemaxi & Smile, un grupo de reguetoneros que saltó de la tarima de un colegio a las emisoras.

"Desde que nos presentamos en el colegio Catumare de Villavicencio, en un evento de La Mega, uno de nuestros temas empezó a sonar", cuenta Felipe Montegro (Pipemaxi), que cambió la balada pop y el tropipop por el reguetón.

Desde febrero, el joven, de 16 años, integra el grupo, del que hacen parte Jesús Amaya (Smile), la voz urbana, y Cristian Marín, D.J. y productor de música electrónica.

Pese a su corta trayectoria, el grupo ya ha grabado seis sencillos, entre ellos 'Se te nota', letra que nació en un centro comercial. "Unas niñas estaban mirando a Pipe y él dijo, en broma, sé que quieres mami, se te nota. Entonces, decidimos que esa fuera la canción", recuerda 'Smile'.

Los jóvenes reguetoneros acaban de grabar en Medellín su nuevo trabajo discográfico, 'Entrégate'. "El tema fue producido por Mr. Dec, de Golpe a golpe, y muy pronto lo estaremos promocionando", aseguró Alexis Gutiérrez, manager del grupo y con el que adecuaron su propio estudio de grabación, De la Villa Records.

Los vocalistas

Jesús Amaya (Smile) nació en Bogotá, pero su primera incursión en la música la hizo en el barrio Montecarlo de Villavicencio. Allí aprendió a improvisar hip hop, corriente que siempre ha seguido. Por su parte, Felipe Montenegro (Pipemaxi) nació en San Andrés y cursa 11 en el colegio Catumare. Perteneció a la selección del Meta. Antes del reguetón cantaba
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Hace dos años, tras desempolvar un cuaderno con más de 40 canciones de su autoría, Christian Díaz, de 19 años, decidió salir del anonimato con ‘Un amor llegó a mi vida’, su primer sencillo de balada-pop y tema que llegó a algunas emisoras del Meta.

“Esa canción tuvo una acogida muy buena, estuvimos sonando en la emisora de la Policía y en la 106, además me abrió las puertas para estar en Sábados Felices con la ayuda del grupo ‘Los manguitos”, recuerda Chritian, nacido en Granada (Meta) y cuyo gusto por la música nació a los 6 años con una batería, el primer instrumento que aprendió a tocar.

Y es que pese a que nació en un departamento llanero, Christian confiesa que nunca pudo con el joropo.
“Desde pequeño me colocaban al pie de un arpa, de unas maracas y no les sacaba buen sonido, pero cuando tomaba la guitarra me salían las baladas con más fluidez, es como algo que he tenido impregnado”, cuenta. 

Durante su niñez, Christian acompañaba a su padre, también músico, a los ensayos de un grupo de baladas y boleros. “Me acuerdo tanto que me hacía al lado de él para remedarlo, hasta que una vez se dio cuenta, me enseñó a cantar y me puso a practicar con ellos”, recuerda.

Desde ese momento, el gusto por la música romántica siguió en aumento. Se dejó influenciar por artistas como Fonseca y Luis Fonsi. Por eso, además de su primer sencillo, hace unas semanas terminó la producción de ‘Amor de verdad’.

El álbum incluye cinco temas; una mezcla entre balada y tropipop acompañado de violín, acordeón, guitarra, bajo y batería, cuyo lanzamiento será a finales de este mes.

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Con edades entre 14 y 23 años; Felipe Inella, ‘Jeank’, ‘Cheo’, ‘Leo’, ‘Jeffe’ y ‘Pipe’ pasaron de ser unos aficionados a la música de fin de semana a convertirse, hace siete meses, en Weekend, una banda influenciada por la fusión del rock, pop, merengue y salsa, al estilo Wamba, el grupo musical al que admiran, no solo por su talento, también, porque como ellos nació en toques que hacían en colegios.

“Nos metimos en el tropipop pensando en que es un ritmo más autóctono, para sentirnos más colombianos”, asegura Leonardo Sánchez, bajista de la banda y estudiante de Ingeniería de la Unillanos. Cada vez que se suben a una tarima de Villavicencio, la gente aplaude y canta como si ya los conociera. Los seguidores a través de las redes sociales van en aumento, suman admiradoras y cada día que pasa, su música sale del anonimato. 

Por eso, acaban de grabar sus dos primeros sencillos: ‘La niña que soñé’, de Jeank, el guitarrista, y ‘Me robaste el corazón’, de ‘Jeffe’ Sánchez, vocalista de 23 años y cuya composición, dice, nació de un viejo amor a primera vista. 

Su nuevo trabajo discográfico será lanzado durante el tercer Festival de Rock de Villavicencio que se realizará el 27 de agosto en el coliseo Cofrem. “La idea es completar este año seis canciones para grabar un álbum completo”, aseguró ‘Jeffe’, quien alterna la música con sus estudios de Contaduría en la Universidad San Martín.

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Con una transmisión de una hora y cerca de 40 oyentes, la primera emisora por Internet en Villavicencio, hecha, literalmente con la uñas, se estrenó el domingo en la ciudad.

Se trata de ‘La zona V.I.P’, un proyecto que arrancó hace dos semanas para fomentar la cultura y darle un espacio al talento juvenil a través de su página web (www.lazonav.tk).

“Todas las bandas musicales estaban regadas en el Facebook, pero no había un sitio en concreto para ubicarlas”, cuenta Liz Villarreal, fundadora del grupo y que en compañía de Alexánder Sarmiento, uno de sus amigos de infancia, se encargó de ubicarlas.
Hasta el momento son 16 las bandas que utilizan el espacio virtual. Allí publican sus perfiles, canciones, videos y eventos culturales.

“La zona no tiene distinción de géneros y cuenta con un espacio abierto para todos los grupos, inclusive en nuestra primera emisión vinculamos a todas las culturas urbanas”, dijo Alex, a quien conocen como ‘Batako’, apodo que lo identifica como baterista de la banda de rock Frakta.

Las transmisiones, por ahora, se realizarán los domingos desde la casa de Liz, en el barrio La Macarena, desde las 4:15 p.m. “Estamos conformando un grupo de jóvenes para transmitir entre semana”, concluye.

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Lleva 30 años trabajando en el sistema penitenciario y tres luchando por su vida, él es Héctor Camacho, quien encontró en las letras una forma de sobrellevar su situación.

Este hombre de 54 años, nacido en Guamal (Meta), y que ha pasado las últimas mil noches conectado a una máquina de hemodiálisis, a la espera de un donante de riñón, decidió, hace dos años, escribir la obra de su vida: ‘Pasión por una causa’.

Se trata de un libro en el que relata, además de algunos detalles de su infancia y juventud, los 30 años de experiencia como almacenista en las cárceles de Acacías, Villavicencio y Barranquilla, su lucha por el bienestar de los internos y las falencias del antiguo sistema penitenciario del país.

“La obra es algo muy social, porque lo que pretendo es que la comunidad vea con optimismo lo que son las actividades en la cárcel, hoy casi nadie participa”, cuenta Camacho, quien a través de su pluma transporta al lector a la época en que la penitenciaria La Colonia, de Acacías, parecía campo de concentración. 

Los patios estaban rodeados de alambre de púa, el piso era en barro, la guardia vivía en los campamentos con los mismos internos, las vacas no daban cría porque los becerros se los robaban, armaban bacanales y zafarranchos hasta que llegó, según él, alguien y le puso coto a todo.

Ese personaje al que se refiere es el mayor de la Policía Humberto Aparicio Navia, oficial que asumió la dirección de la penitenciaria en la década de los 80 y a quien le rinde un homenaje. 

El lanzamiento de ‘Pasión por una causa’ se llevará acabo el 13 de agosto en la Biblioteca Germán Arciniegas, desde las 10 a.m. Un evento que ya fue aplazado por los quebrantos de salud de Héctor, el hombre que, entre lágrimas, agradece a sus hijos y a su esposa el apoyo que le han brindado para luchar por la vida.

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Como una mezcla ‘pegajosa’ de rock, funk y rock and roll se puede describir el sonido de Skyland, una banda local que nació hace seis años y que, como la mayoría, su plataforma fueron los colegios.
“Yo cantaba y David, mi hermano, me acompañaba con la guitarra, éramos aficionados y empíricos que armamos nuestro propio sonido”, así relata Gerson Palencia sus primeros toques.

Después del 2005 empezaron a unirse nuevos talentos: Mauricio Garzón, en la batería, Alex Guarín, en la guitarra, Christian Castro, en el bajo, y Cristian Chindoy, en el piano. Todos influenciados por una banda distinta, por eso, el sonido de Skyland es pegajoso.
En escenario la gente no los relaciona con alguna banda específica; sin embargo, Gerson confiesa que hay mezcla de sonidos, algunos influenciados por las notas de grupos como ‘Amigos invisibles’, de Venezuela, ‘Murdock band’ y ‘Don Teto’, pero sin perder el estilo de Skyland, que ya suena en 106. 3 F.M. y 101.8 F.M. de Villavicencio con ‘Química’, su último sencillo, tema que promocionan a través de redes sociales como Myspace, Facebook y Twitter (@bandaskyland).

“Las canciones hablan de desamor, amor, pero también cosas que pasan entre la pareja. Las expresamos de una forma más divertida”, cuenta Gerson, quien además compone las letras.
Hasta el momento, la banna ha grabado cuatro temas: ‘A pesar de todo’, ‘Química’, ‘Tú decías’ y ‘Me robas la calma’.

Además de los cuatro sencillos que grabaron con Home producciones, la banda trabaja en su primer álbum, ‘La sonrisa de una lágrima’, que traerá 10 canciones más. También se presentarán en el ‘III Rock Festival’ y en el Mundial de Coleo.

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"Con mi perra, alcancé a dormir tres meses en la calle, ladrando de hambre", relata Onofre Rodríguez, de 53 años, que de vendedor informal pasó a ser adiestrador de perros callejeros en Bogotá.

El animal con el que compartió la calle se llama 'Pili'. Tiene 12 años y fue recogida hace ocho, cuando Onofre era conocido en la iglesia del 20 de Julio como el 'Camandulero', pues se ganaba la vida vendiendo escapularios. "Me iba muy mal en las ventas, pero 'Pili' me cambió la suerte", confiesa Onofre al referirse al momento en el que descubrió que su perra era tan inteligente que respondía a cualquier orden. "Le empecé a enseñar a subir escaleras en los parques, a hacer equilibrio. La gente nos daba dinero", cuenta.

Gracias a eso pudo pagar una pieza en el barrio San Cristóbal Sur. Allí vivió siete años hasta que, hace tres, completó la cuota inicial para una casa en el barrio Columnas, en el sur . Ahora vive con 'Pili', 'Moly', 'Bumbi', 'Marbella', 'Pirula' y 'Pimpinela': perras criollas a las que también entrena y con las que duerme en la misma cama.

Los fines de semana el adiestrador sale de su casa con 'Pili' y 'Moly'. Atraviesan un parque y llegan a un paradero en la carrera 4 este con calle 32 Sur. Como si se pusieran de acuerdo, Onofre espera alguna buseta que los lleve, los dos animales se quedan a cuatro metros de distancia, a la espera de una señal para subirse. "Las perras se saben 'colinchar sin que el conductor las vea", afirma. Después, se bajan en la carrera 15 con 72.

Onofre saca de su mochila unas camisetas con la bandera de Colombia y unas gafas oscuras con las que viste a las mascotas. Después, arma unos 'burros' con tubos de PVC, para que los animales salten. 

"Mira cómo saluda la reina. A tarima, campeona", grita el 'Camandulero'. 'Moly' salta los obstáculos y 'Pili', con una canasta en su hocico, recibe las monedas de los transeúntes.

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