Paola Colina Díaz
La Escultura es parte fundamental en la historia de la Universidad Nacional de Colombia, y esto lo confirma la exhibición que se lleva a cabo desde el mes pasado y que está culminando por estos días en el Claustro de San Agustín de la estatua del general Francisco de Paula Santander, elaborada por el artista Luis Pinto Maldonado en el año de 1990 por petición del Ex presidente de la República Virgilio Barco Vargas como imitación de la estatua real, realizada específicamente para ocupar la plaza central de la Universidad que para 1940 (año en que se realizó) llevaba el nombre del llamado “Hombre de las Leyes”, homenaje realizado por ser éste uno de los pioneros de los establecimientos de educación superior en el país.
La estatua original estuvo en esta plaza entre 1940 y 1976, año en el que después de unas airadas protestas, quizás de las más fuertes que se hayan presentado en la universidad, los estudiantes tomaron una cuerda, bajaron la estatua de su pedestal y arrastrándola por la que ahora conocemos como la calle 26 causaron que esta perdiera su cabeza y se le ocasionaran múltiples daños. En dichos enfrentamientos, la policía tomó la estatua como botín de guerra, fue trasladada a la Inspección de Policía del barrio La Perseverancia y tiempo después a la Escuela de Cadetes Francisco de Paula Santander donde se encuentra en estos momentos.
Desde entonces, los estudiantes adoptaron al Ché Guevara como emblema de la plaza central”, afirmó Andrea Casas miembro del Sistema Patrimonio y Museos de la UN.
De esta réplica en Bronce existen cuatro, una ubicada en el Cementerio Central, dos fueron enviadas a París y Londres respectivamente y la cuarta trasladada a la Universidad Nacional con el propósito de reivindicar el nombre de Santander en la institución.
Está replica no contó con mejor suerte que la anterior, ya que catorce años después de los disturbios que perpetuaron su derrumbamiento fue instalada en 1990 en el vestíbulo de la Biblioteca Central del campus, pero meses después, fue violentada por un grupo de estudiantes que ingresaron a la Biblioteca Central, la bajaron de su pedestal y la sacaron de allí ocasionándole grandes daños en la cabeza, el brazo, la rodilla y la espalda.
Después de 16 años y un largo camino por las bodegas de la universidad, envuelta en papel periódico y enviada al olvido, la estatua fue colocada en uno de los patios del edificio de la Escuela de Diseño Gráfico.
El Sistema Patrimonio y Museos de la universidad Nacional de Colombia, quiso recuperar la memoria universitaria a través del rescate de esta escultura y fue una de las estatuas invitadas para ser exhibida en el claustro en espera de su restauración, para llevarla posteriormente al Museo de Artes de la UN.
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